Learning online

En el transcurso de los años que llevo aprendiendo lenguas extranjeras, puedo afirmar que, en la última década, internet  ha sido una fuente primordial anexionada a mi aprendizaje. Profundizando en mi aprendizaje del inglés, páginas web como TED talks o la aplicación del Yomvi en la que visualizo películas y series en versión original han sido indispensables para mi progreso lingüístico en esta lengua. Trasladando estas nuevas tecnologías a mi conocimiento de la lengua de signos, la aplicación de la Webvisual desde la que se emiten noticias y resúmenes semanales en LSC no han hecho más que mejorar mi nivel en dicha lengua  y añadir signos nuevos a mi vocabulario.

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Considero firmemente que las nuevas tecnologías nos permiten ser estudiantes autodidactas. Todo aquello que queremos conocer se halla en internet. El problema reside en saber encontrar una fuente fiable. Por ello, debemos ser críticos con respecto a todo lo que descubrimos en internet, cuestionándonos su fuente y la finalidad de cada página web.

Youtube es una herramienta eficaz a la vez que peligrosa. Cualquiera puede colgar todo aquello que desee y la lengua queda, en numerosas ocasiones, relegada a un segundo plano, pasando por alto normas ortográficas y gramaticales sin mencionar la cantidad de errores de pronunciación que solemos encontrar. Sin embargo, este ha sido muy eficiente para mejorar mi nivel en la lengua de signos. A modo de ejemplo, un vídeo de la artista Rozalén el cual incorpora una intérprete en lengua de signos me ha permitido adquirir ciertas técnicas interpretativas hasta la fecha desconocidas.

 

Por otra parte, este año he tenido la oportunidad de efectuar prácticas curriculares interpretando en lengua de signos el telenoticias de Cetrencada, un proyecto que realizan los estudiantes de periodismo de la UPF, el cual, posteriormente, se ha colgado en esta plataforma de internet. De este modo, mi interpretación se encuentra en línea y gracias a esta, aprendices más noveles pueden también mejorar dicho idioma a través de mi interpretación. Este suceso solo me hace pensar que internet es un instrumento que utilizado con sensatez permite que los conocimientos se retroalimenten.

Resources

¡¡¡Buenas tardes a todos!!!

En relación con las actividades de las asignaturas de lenguas extranjeras, así como las tareas realizadas en estas clases, creo que estas se han ido repitiendo a lo largo de mis cursos de primaria, secundaria, bachillerato y universidad. Estas han oscilado entre:

Listening/ Speaking/Reading/ Writing

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En las tareas de listening, mis favoritas desde luego, recuerdo que siempre nos ponían un vídeo o audio, acorde a nuestra edad, para, posteriormente,  formularnos preguntas al respecto.

Los trabajos de reading giraban en torno a la lectura de la unidad, y, del mismo modo que ocurría con los listening, se efectuaban cuestiones sobre la trama de la misma.

En relación con el writing, cuyas actividades se han prolongado hasta la universidad, se asignaba un tema y extensión determinada para que redactáramos una composición.

Por último, el speaking, sin duda el más odiado en mi colegio, consistía en exponer por parejas un trabajo designado por el profesor. Aunque los temas solían interesarnos (viajes, películas, libros…) la mayoría de nosotros pasaba una vergüenza desmedida al verse obligado a mostrar sus habilidades lingüísticas delante del conjunto de la clase.

En mi aprendizaje en la lengua de signos, las tareas variaban considerablemente y transformaban cada una de estas actividades, debido a la comunicación que rige esta lengua.

El listening y el writing , en este caso, se convirtieron en “watching” y “signing” puesto que las LS (lenguas de signos) no son orales. Este «watching» consistía en ver interpretaciones en la LS e interpretarlas a la lengua oral. Por otra parte, el “signing” se basaba en exponer un tema concreto en la lengua de signos frente a los demás compañeros.

El speaking se sustentaba en conversaciones y ejercicios de interpretación como diálogos o narraciones de historias en las que cada estudiante incorporaba un fragmento a la narración en LS.

Finalmente, en los ejercicios de reading trasladábamos noticias del diario a la lengua de signos.

Aunque tal como habéis podido ver, los trabajos realizados en ambas lenguas han sido muy diferentes, considero que las tareas efectuadas en mi aprendizaje de la LSC (lengua de signos catalana) me han permitido progresar de forma más rápida y ordenada que las del inglés. Estas han promovido una práctica constante que me han permitido perder parte de la vergüenza inicial que sustentaba de mis clases de inglés del colegio, ya que la base de la lengua de signos es interpretar frente a personas sordas. Tras ejercitar dicha interpretación he conseguido disipar este miedo escénico.

Methods for language teaching

Ya llegó junio y con él el estrés de ponerse al día con los posts atrasados. ¡¡Madre mía!!

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No sé si a vosotros también os pasa, pero preparar las entradas de este blog es para mí un trabajo de lo más desconcertante, cada vez que intento recordar episodios de la enseñanza que recibí en el colegio me envuelven cientos de dudas y recuerdos que no consigo ordenar en mi mente. Debo decir que gracias a este blog, he pasado muy buenos momentos, con mis amigos de siempre, recordando anécdotas del colegio en las que, por algún motivo u otro, alguno de nosotros siempre acababa castigado y, curiosamente, son esas las únicas cosas que recordamos a la perfección.

Tras rememorar nuestra infancia en el colegio, me hicieron ver que nuestro método de enseñanza con respecto al inglés siempre fue el de gramática-traducción, todos nuestros libros de primaria tenían al inicio del temario un apartado de gramática que, al acabar el tema, se representaba en una especie de cómic que debíamos traducir y en el que no solo aparecía el aspecto gramatical del tema sino también el vocabulario de esa unidad. Personalmente, disfrutaba haciendo esa traducción porque me gustaba la historieta del cómic, y aunque ahora no recuerdo el hilo conductivo de la misma, sé que uno de los protagonistas era un perro, motivo más que suficiente para llamar mi atención. Dejando al margen mi obsesión enfermiza por los animales, puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que si días después de haber realizado esa traducción me hubieran preguntado el significado de alguna de las palabras o me hubieran hecho explicar el tiempo verbal de la unidad, no hubiera sabido qué contestar. A medida que íbamos creciendo, el método iba cambiando, pasando al  oral, o al aprendizaje cooperativo y comunicativo en el que aprendíamos conjuntamente con otros compañeros.

En mi aprendizaje de la lengua de signos, el cual recuerdo a la perfección,  el sistema de enseñanza fue desde el principio el método directo, en primero y segundo de carrera, los profesores que teníamos eran sordos, con la cual cosa era más que inútil comunicarse mediante el habla. Cuando aparecían signos  nuevos, utilizaban los signos que ya conocíamos para que llegáramos a entender los nuevos por nosotros mismos, es curioso e incluso impresionante, pero, paulatinamente, empezamos a adquirir signos y a usarlos en nuestro discurso. Realmente, es conmovedor que un profesor sea capaz de enseñar una lengua visual como la LSC a alumnos que desconocen esta lengua y con la dificultad añadida de la barrera comunicativa que existe a priori entre una persona sorda y una oyente,  no obstante, fueron estos mismos profesores los que supieron trasmitirme la pasión por esta lengua y cultura.

Psychological theories

En mi etapa estudiantil,  las teorías psicológicas en la que los profesores nos instruían distaban mucho entre sí, subordinando los mismos a la época escolar en la que nos encontráramos.

En el parvulario y el inicio de la primaria, la profesora practicaba la teoría del behaviorism. En la pared se colgaban dibujos que representaban los cinco grupos que había en clase formados por cinco alumnos cada uno. Una  vez a la semana, la profesora realizaba un quiz con preguntas acerca de lo que habíamos aprendido durante la semana y esta enganchaba pegatinas rojas o verdes, dependiendo de si acertábamos o no dichas preguntas, para, al finalizar el trimestre, regalar material de papelería a los ganadores. Aunque, ciertamente, esta idea nos motivaba y nos hacía esforzarnos, el hecho de ver en tu propio grupo más pegatinas rojas que verdes provocaba cierta aflicción.

En diversas ocasiones, los niños a los que doy clase venían con una cara triste o contenta dibujada en la mano, estas mostraban el comportamiento que estos habían tenido en el aula. En este caso, felicitar o castigar un comportamiento creo que es apropiado. Pero, no considero que sea adecuado castigar su aprendizaje. El aprendizaje de los niños debería ser elogiado y  no sancionado. Por ello, pegatinas que alaban el progreso que hacen estos niños en las lenguas pueden impulsar su estudio. A modo de ejemplo, pegatinas de este tipo podrían ser muy productivas.

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En mis otras etapas de aprendizaje de lenguas se me ha enseñado siguiendo la teoría del cognitivism. Esta teoría tiene por base el estímulo-respuesta. El profesor intentaba captar nuestra atención y cuando este sabía que ya habíamos asimilado un aspecto gramatical lo llevábamos a la práctica. A pesar de que estas dos teorías han sido fundamentales en mi aprendizaje de lenguas, actualmente, la teoría que utilizo en mi aprendizaje autodidacta de lenguas es la teoría del constructivism. El mero hecho de poder autodirgir mi propio estudio y seleccionar aquellos aspectos que más me interesa fomentar debido a mi futura profesión, o, simplemente a mis gustos personales, permite centrarme en mi misma sin tener que prestar atención al temario asignado por un libro o un profesor.

My languages and I

En numerables ocasiones, he oído a mi madre decir que la primera palabra que articula un niño es ajo. En mi ser interno, pensaba que lo que pretendía era que ni mi hermano ni yo alardeáramos de ser lingüísticamente más precoces que la media, cuyas primeras palabras solían y suelen ser papa o mama, vocablos bisílabos idénticos que los padres repiten una y otra vez delante de sus respectivos hijos.

Hace tiempo, en una clase particular, le dije a un niño que debía tomarse más en serio sus estudios, a lo que este me contestó, con la elocuencia propia de un preadolescente que acaba de entrar en la conocida edad del pavo, que una nota no definía la inteligencia, que el hecho de suspender no hacía tonto a nadie y que él podía sacar muy buenas notas pero que le daba palo estudiar, pero, que de todas maneras, él era muy listo, que incluso de pequeño era más listo de la cuenta porque la primera palabra que dijo fue ajo y no papá o mamá como todos los niños. Ante tal discurso para argumentar y justificar un suspenso, yo solo me atreví a estimularle para que aparcara su holgazanería y se esforzara más en el siguiente examen, sin embargo, en ese preciso instante en el que mi ego se desintegraba, comprendí que mi madre no intentaba ni de lejos que sus hijos “superdotados” fueran humildes.

Todavía hoy me pregunto cómo pude llegar a creerlo ¿Acaso uno de estos sujetos parece poseer un ápice de superioridad intelectual?

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Definitivamente, NO.

Dejemos al margen mis traumas infantiles y volvamos al asunto que realmente nos atañe, las lenguas. Mis lenguas por excelencia han sido siempre el castellano y el catalán, la primera para el ámbito familiar y la segunda para el laboral-universitario y para las amistades. Aunque en mi etapa escolar mi lengua vehicular fue el catalán y, actualmente, es la lengua que más utilizo, mi lengua materna es el castellano, incluso, aunque esta se limite únicamente al entorno familiar.

Por otro lado, el inglés y la lengua de signos catalana también son lenguas destacadas en mi vida, en los últimos años, el inglés ha sido la lengua en la que he visto series y películas, así como el idioma de muchas de mis lecturas. Lamentablemente, mi uso de la lengua de signos se restringe prácticamente a las clases de LSC, a excepción de las noticias que veo en ocasiones en el 3/24 o alguna excursión con personas sordas que he hecho y en las que he podido comunicarme en esta lengua y poner en uso mis conocimientos.

Si echo la vista atrás, no consigo recordar  mis inicios en las lenguas, ni mis primeros conocimientos del castellano o el catalán, no obstante, después de mucho revolver cajones y armarios he encontrado una libreta de primaria que me ha hecho recordar vagamente las canciones infantiles inglesas que me ayudaban a aprender el abecedario, las partes del cuerpo, o las canciones-cuento en las que unos monos saltaban en la cama.

 

Como mi aprendizaje de la lengua de signos empezó hace relativamente poco, la experiencia de mi iniciación sigue grabada a fuego en mi mente, recuerdo perfectamente la tortura que viví al principio. En cada clase, el profesor/a usaba entre 50 y 70 signos totalmente desconocidos para mí, por mi parte, si lograba asimilar 10 signos por clase ya podía darme por satisfecha. El profesor nos enseñó un método para apuntar la articulación de la mano con la finalidad de poder tomar nota de los signos empleados en el aula.El método es el siguiente:

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Las figuras marcan la configuración de la mano, la parte blanca de cada figura representa la palma, mientras que la negra simboliza la parte posterior de la mano y las rayas que sobresalen de las figuras encarnar los dedos.  Aunque lo intenté con todas mis fuerzas, acabé desistiendo, supongo que porque no logré digerir tanta información en un período tan corto de tiempo, así que decidí crear mi propio sistema de anotación, el cual se basa en explicar la configuración que debe hacerse de las manos, por ejemplo:

Manos hacen triángulo sin base, pulgares no se ven – CASA

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Simple y rudimental sin duda, pero hasta la fecha efectivo.

Debido al gran interés que despiertan en mí los idiomas, confío en poder seguir profundizando en la lengua de signos catalana e incluso aprender el sistema internacional de signos. Asimismo, quiero probar con el francés, ahora bien, me gustaría aprender esta lengua en un país francófono, ya que, si algo he logrado asimilar en mis años como aprendiz de idiomas ha sido que la mejor manera de aprender un idioma es realizando una inmersión lingüística.

Empecemos

Bienvenidos a Viviendo entre signos, un blog creado para narrar mi experiencia aprendiendo lenguas. Antes de entrar en materia, me gustaría contaros quién soy: mi nombre es Mar, tengo 26 años y vivo en un pueblo del Maresme, cuando cursaba bachillerato (allá por la edad de piedra) no tenía ni idea de lo que iba a hacer con mi vida porque nada llamaba mi atención. Mis padres, desesperados, me enviaron a Canadá para estudiar inglés, pero, sobre todo, para que espabilara un poco, lamentablemente, no hubo suerte. Al terminar el verano seguía tan perdida como siempre.

Por aquel entonces, comencé a trabajar haciendo canguros y clases de repaso a niños, y, sin apenas darme cuenta, los niños se fueron multiplicando y se convirtieron en un trabajo diario y bien remunerado. Un año más tarde, empecé a estudiar educación social y en tercero, cuando creía que ya había encarrilado mi futuro laboral, me puse a hacer prácticas en un centro de drogodependencias, definitivamente no valía para aquello. Otra vez volvía al maldito ¿Qué voy a hacer con mi vida? Y al puñetero ¿Qué piensas hacer con tu vida? de mis padres. Por suerte seguía teniendo mi trabajo que para mí era una especie de refugio.

Meses más tarde, mi abuelo,que era sordo,murió( y ahora, ¿qué pinta el abuelo?  viene al caso, creedme ),  en su entierro se congregaron una multitud de personas sordas y una intérprete que tradujo toda la ceremonia. Evidentemente, gracias a mi abuelo, ya sabía qué era la lengua de signos, pero ver a tantas personas comunicarse con las manos me conmovió y sentí que debía aprender aquella lengua (sí, teniendo un abuelo sordo solo sabía decir padre, madre y guapa, ¡¡¡¡QUE MALA NIETA!!!  Vale, de acuerdo, pero en mi defensa diré que mi abuelo leía perfectamente los labios y que oralizaba muy bien porque perdió la audición a los 8 años).

En este punto de la historia (un poco larga, lo sé), llegamos al presente. Actualmente, estoy en cuarto de traducción e interpretación y gracias a esta carrera he descubierto mi nueva obsesión en este mundo lingüístico: la lengua de signos.